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Escribir
Escribir, escarbar los abismos de la mente,
buscar significados,
enmarcarlos en el vino de las letras para que su aliento
se me suba a la cabeza y me encharque el corazón.
Amar la certeza que late en el silencio,
mirar el mundo con ojos de pregunta,
leerlo entero, convertirlo
desde mi duda
en marca de la carne de mi ser.
Hacer una transfusión de alma a alma,
comunicar el llanto con la risa,
el dolor con el placer,
la esperanza con la angustia,
el gozo con la pena,
mi ser con mi no ser.
Ordenar las cosas y las gentes
que se guardan en mi almario.
Crezco en mi escribir
porque me aprendo.
Escribir me reta,
me sienta ante el dolor del mundo,
y su realidad me enraiza,
me viste y me compone.
Soy diosa y sierva de mi decir y mis lecturas.
Escribo para nacer,
para morir en el papel,
para indagar y desaprender,
para saberme,
para transmutar y transmutarme.
Escribo porque las palabras
me corren por los vasos
y salen por las yemas los dedos,
porque las preguntas se calman
en el hacer minucioso y umbrío,
porque me pierdo y me hallo en la selva de los signos,
porque mi curiosidad se centra y el miedo amaina,
porque la risa vuelve y la lágrima consuela,
porque hallo en ese estar una suavidad de casa.
Quiero decir mi verdad,
gritarla, justa y sencilla,
gritar, gritar, gritar desde de mi sombra.